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Sólo hay un Dios, y es el conocimiento, y una maldad, que es la ignorancia. (Platón)

La laicidad y la libertad de conciencia

Extracto del artículo publicado por Edison Gallego Rojas en el nº 66, de la Revista "Retales de Masonería". 
La dignidad humana exige respeto.
Nadie puede ser juez de la vida de otro.

El poder de decisión de las personas no se puede restringir, pues se transgrede su libertad como tal y en especial la de pensamiento y de conciencia.

El teólogo, Anthony Padovano, anota en su libro “Opciones de Vida”: “La conciencia es algo más que el juicio que hacemos acerca de nuestra condición moral. Es el llamamiento implacable y despiadado a que llegamos a ser lo que debemos ser. Puede definirse como el sentido personal, interno, de lo que es moralmente bueno o malo de nuestra conducta y motivaciones, lo que nos impulsa hacia la acción correcta. La conciencia proviene de una intuición individual, abierta al conocimiento y a la formación que desemboca en un juicio.

Lo anterior expresa abiertamente que, la dignidad y la moral de todo ser humano, debe, por derecho, fijar y tomar sus propios juicios, hacer uso de su libre albedrío y dirigir todas sus actuaciones con base en la “LIBERTAD DE CONCIENCIA”.

LAICISMO, término comúnmente utilizado, defínelo el Diccionario de la Lengua Española como: “Doctrina que defiende la independencia del hombre o de la sociedad, y más particularmente del Estado, de toda influencia eclesiástica o religiosa”; concepto mal interpretado, llegando a manifestaciones malintencionadas, emanadas especialmente de instituciones conservadoras sectarias, que se hacen víctimas de un perseguimiento por parte del Estado o de las personas que no comulgan con sus creencia, disposiciones y actuaciones. Aún más, circulan osadas publicaciones que solo contribuyen a tergiversar lo razonable y a fomentar la ignorancia, tal es el caso de la definición que la Enciclopedia Espasa, da al LAICISMO: “La intromisión del Poder Civil en los asuntos eclesiásticos. Significando un sistema doctrinal que se propone arrancar de la sociedad y de la familia la influencia religiosa, con varios grados: unos que intentan cercenar de las instituciones la religión católica, otros, toda religión positiva y los más radicales aún la idea de la religión”.

El LAICISMO, como lo conocí y concibo, no es un medio para la hostilidad, la agresión, el atropello, el odio, ni para la violencia contra las religiones, es únicamente un medio de defensa a la “LIBERTAD DE CONCIENCIA”, en busca de un espacio común, en donde la sociedad haga posible una libre, sana y feliz convivencia.

Enhorabuena, la Constitución del GODF, en su artículo primero, menciona en uno de sus apartes: “Otorga una importancia fundamental a la LAICIDAD, no menciona LAICISMO, entendiendo que, el término LAICIDAD, con base en la “evolución de las sociedades”, presenta una dimensión más amplia como elemento pluralista, enmarcado en los “Derechos Humanos”. El LAICISMO, que como lo mencionaba es la palabra más utilizada, su concepto histórico lo ha limitado a cuestiones religiosas, mostrándolo hostil e indiferente.

Consecuentemente con lo expuesto, se debe considerar, en los actuales momentos, que la LAICIDAD se extiende a lo ideológico, lo sociopolítico y lo filosófico, sin tratar de destruir esta o aquella religión o a otras en general. Solo busca que el estado y todas las Instituciones se aparten de la injerencia de una religión o de autoridades hipócritas que todavía viven del yugo del pueblo y la discriminación por razones de raza, religión, concepciones políticas, sociales o filosóficas, colocando como máscara la “DEMOCRACIA” en el carnaval de la ignorancia, la vanidad, la arrogancia, el mercantilismo y el poder mal concebido.

La LAICIDAD es una exigencia de la sociedad moderna y un principio indisociable de la DEMOCRACIA, como también, estandarte símbolo de la PLURALIDAD.

La LAICIDAD, como defensa integral de la “LIBERTAD DE CONCIENCIA”, nunca será un movimiento antirreligioso, menos un pregón ateísta, es una expresión de LIBERTAD, a la cual todo ser humano tiene derecho para aceptar y realizar las cosas por convicción y no por imposición, miedo o castigo. La sociedad, sin presentar duda alguna, debe ser política y administrativamente laica para que todos podamos ser libres en materia de creencias y de conciencia.

Como miembros de una sociedad todos estamos comprometidos en la vigencia y práctica de la LAICIDAD, plasmándola en todos los estadios de la vida. Es prioritario un estado verdaderamente laico, una enseñanza laica y una ética laica que nos permita aceptar un valor por nuestra propia voluntad y libre reflexión. La razón debe imperar cuando se busca la verdad; hay que desterrar el dogmatismo, las creencias impuestas, el oscurantismo y el poder que, tras una autoridad sin fundamento y nociva, se adjudica privilegios que establecen la desigualdad, despojan a la humanidad del libre pensamiento y por ende de la “LIBERTAD DE CONCIENCIA”.

UN ESTADO LAICO Y DEMOCRÁTICO NO PUEDE ACREDITAR PRIVILEGIOS DE NADIE

La dignidad humana exige igualdad en derechos y deberes. Esta no puede ser de unos pocos. El Estado y sus Instituciones no deben intervenir en la conciencia individual y colectiva, por eso la LAICIDAD es el mejor camino, la fórmula más adecuada para la “LIBERTAD DE CONCIENCIA” y la batalla que librará a la humanidad de la invasión, restricción o mutilación de lo ideológico, político y ático.

Pienso que la LAICIDAD debe ser un desencadenamiento en cascada: Estado, instituciones, religiones, hogar, educación y trabajo, cualquiera que sea.

Concluyo, trayendo a memoria un fragmento de la conferencia sobre Masonería, Laicismo y Librepensamiento, pronunciada por el Respetable Hermano, JOSÈ COROMINAS Y BUSQUETA, en Madrid, siendo Muy Respetable Gran Maestro de la Gran Logia de España:

“Ninguna doctrina mejor que el Laicismo para que los valores inapreciables de la Tolerancia y la Justicia se desarrollen y crezcan a favor del respeto de la libertad de pensamiento, a la dignidad y destino de esos hombres y mujeres, tantas veces postergados por sus creencias, su raza, su nacionalidad o su educación que, siendo un derecho, les ha excluido. Nada impide tanto el acercamiento entre los seres humanos como la desigualdad en el saber. El Laicismo es luchar por lo nuestro, es abrir las ventanas de la comprensión y la justicia y es luchar sin tregua contra todos los fanatismos, que perturban y distraen en la tarea común del bienestar irrevocable del hombre. El Laicismo debe iluminarnos y ayudarnos a caminar todos juntos, cada cual, con su verdad, para conseguir en el futuro que el pensar en libertad sea lo natural y propio de cualquier ciudadano. Simplemente señalar que la mejor garantía para el desarrollo de las creencias personales està la existencia de un Estado plenamente laico, que practique plenamente la máxima evangélica de: dar a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César”.